En las altas montañas de Costa Rica, donde el abrazo esmeralda de la selva tropical da paso a pastizales abiertos y dorados, es posible encontrarse con un visitante aviar fascinante: el vuelvepiedras norteño (también conocido como chorlo dorado). A diferencia de sus primos playeros que adornan las costas, esta enigmática ave prospera en el corazón de los refugios de la estación seca del país.
El vuelvepiedras norteño, con su nombre científico Bartramia longicauda, es una verdadera anomalía. Aunque clasificado como un vuelvepiedras, su hábitat preferido está lejos de los lodazales y las playas de arena. A menudo confundido con un curlillo debido a su complexión delgada y cuello largo, este pájaro posee un encanto único que te cautivará si tienes la suerte de verlo.
Un maestro del camuflaje:
Imagina un ave vestida con una capa marrón moteada, que se funde perfectamente con los pastos secos. ¡Ese es el vuelvepiedras norteño! Su cuerpo moteado y sus marcas discretas lo convierten en un maestro del camuflaje. Sumado a esto, su preferencia por mantenerse cerca del suelo lo convierte en un ave que puede desaparecer ante tus propios ojos.
Pero no te desesperes, observadores de aves con ojos de águila! Hay formas de aumentar tus posibilidades de ver a esta escurridiza criatura.
Escucha el silbido del viento:
El rasgo más distintivo del vuelvepiedras norteño podría no ser visual. Esta ave posee un canto de una belleza inquietante, a menudo descrito como un “silbido de lobo”. Es un silbido largo y ascendente seguido de una segunda nota vacilante. Esta melodía etérea, a veces emitida en vuelo, puede perforar el silencio de los pastizales, alertándote de la presencia del vuelvepiedras.
Un bailarín en el cielo:
Durante la temporada de reproducción, el macho del vuelvepiedras norteño emprende el vuelo en un espectacular despliegue de cortejo. Realiza una danza aérea fascinante, elevándose sobre los pastizales con aleteos superficiales y flotantes. Observa este espectáculo hipnotizзатор, a menudo acompañado por los cantos melódicos del ave, para disfrutar de un ballet aviar inolvidable.
Un festín en el suelo:
A diferencia de sus parientes playeros que hurgan en el lodo en busca de crustáceos, el vuelvepiedras norteño es un cazador terrestre experto. Con sus pasos rápidos y bruscos y picotazos cortos y veloces, se alimenta de saltamontes, escarabajos y otros insectos que abundan en los pastizales de la estación seca.
Un tesoro pasajero:
El vuelvepiedras norteño es un ave migratoria, que adorna las tierras altas de Costa Rica únicamente durante la temporada de reproducción, aproximadamente de marzo a agosto. Entonces, si planeas una aventura de observación de aves en nuestro refugio de montaña durante estos meses, mantén los ojos bien abiertos (y los oídos atentos) para este visitante fascinante.
Observar un vuelvepiedras norteño puede requerir un poco de paciencia y una gran capacidad de observación, pero la recompensa es un encuentro verdaderamente único con un ave que encarna las maravillas ocultas de los ecosistemas montañosos de Costa Rica.
Para obtener más información, consulte nuestra guía completa sobre las aves de Costa Rica.






