Muy por encima del tapiz vibrante de la selva tropical costarricense, un destello gris capta tu atención. Se desliza sin esfuerzo, sus alas extendidas como los brazos de un bailarín. Se trata del Milano Misisipi, un visitante veraniego de nuestro refugio de montaña, que nos honra con su presencia antes de embarcarse en su gran migración hacia el sur.
Si bien el Milano Misisipi comparte su nombre con un estado de América del Norte, es un verdadero ciudadano del mundo. Se reproduce en las regiones del sur de Estados Unidos antes de emprender un viaje notable para pasar sus inviernos bajo el frondoso abrazo de Sudamérica. Costa Rica, con sus diversos ecosistemas, sirve como un punto de descanso vital en esta increíble travesía.
Un Acróbata Maestro
El Milano Misisipi es un miembro de la familia Accipitridae, que incluye halcones, águilas y milanos. Pero a diferencia de sus primos más robustos, el Milano Misisipi es un maestro de la agilidad aérea. Su cuerpo esbelto, que mide apenas de 30 a 38 cm, y sus alas largas y puntiagudas con una envergadura de hasta 90 cm, lo hacen perfectamente adaptado para una vida en el aire.
Observar a un Milano Misisipi es una experiencia fascinante. Se eleva con una gracia casi indiferente, sin apenas necesidad de batir las alas. Utiliza las térmicas, columnas ascendentes de aire caliente, para ganar altitud sin esfuerzo. Una vez en lo alto, escruta el paisaje con sus penetrantes ojos rojos, en busca de su presa favorita: los insectos.
Un Festín en el Cielo
El Milano Misisipi es un insectívoro aéreo. A diferencia de muchas aves rapaces que cazan desde una percha, el Milano Misisipi es un verdadero acróbata de los cielos. Se lanza en picado, bucea y realiza maniobras intrincadas en el aire, atrapando libélulas, saltamontes y otros insectos voladores con su pico afilado. Su cola bifurcada lo ayuda en estas acrobacias aéreas, brindándole la agilidad necesaria para estas persecuciones a alta velocidad.
Un Tesoro Transeúnte
El Milano Misisipi adorna nuestro refugio de montaña en Costa Rica desde mayo hasta septiembre aproximadamente. Durante este período, es posible verlos dando vueltas por encima de las copas de los árboles, su cuerpo gris pálido contrastando maravillosamente con el cielo azul. Incluso podrían posarse en una rama prominente por un breve momento, ofreciendo un vistazo fugaz de sus patas rojas y sus ojos rojos penetrantes.
Si bien el Milano Misisipi no es un residente permanente, su presencia agrega un toque de magia a la experiencia costarricense. Es un recordatorio de la interconexión de nuestro planeta, un testimonio de los increíbles viajes que emprenden algunas de las criaturas más fascinantes de la Tierra.
¡Mantén los Ojos Abiertos!
Si visita nuestro refugio de montaña durante los meses de verano, no olvide estar atento al Milano Misisipi. Con un poco de paciencia y un toque de suerte, podría ser recompensado con el avistamiento de este elegante acróbata aviar, un visitante fugaz que deja su huella en el cielo costarricense.
Para obtener más información, consulte nuestra guía completa sobre las aves de Costa Rica.






