A medida que el crepúsculo desciende sobre nuestro refugio de montaña aquí en Costa Rica, un coro como ningún otro comienza a elevarse. La sinfonía de la selva tropical se aquieta, reemplazada por los chirridos y las llamadas de las criaturas nocturnas. Entre estos serenateros nocturnos se encuentra el Chotacabras de la Carolina, un ave cautivadora con un canto igualmente cautivador.
Si bien no verá al Chotacabras de la Carolina revoloteando entre el follaje vibrante durante el día, su presencia es innegable al caer la noche. Este miembro de la familia de los caprimulgidos se escucha más a menudo de lo que se ve. Pero para aquellos observadores pacientes recompensados con un vistazo, la vista es tan notable como el sonido.
Un Maestro del Camuflaje
El Chotacabras de la Carolina es un maestro del disfraz. Su plumaje varía de marrones cálidos a grises intensos, intrincadamente diseñado para parecerse a hojas muertas. Esta coloración críptica le permite mimetizarse perfectamente con las ramas y la corteza de los árboles que habita. Detectar a uno posado inmóvil durante el día es una hazaña en sí misma, un testimonio de sus excepcionales habilidades de camuflaje.
El Canto de su Tocayo
Pero a medida que oscurece, el Chotacabras de la Carolina se desprende de su manto de invisibilidad. Su canto cautivador, la fuente misma de su peculiar nombre, llena el aire nocturno. El llamado claro y silbado de «chuck-will’s-widow» (que se traduce como «chotacabras de la viuda» en español), repetido a intervalos regulares, es una melodía inconfundible que resuena a través de las montañas. Este canto persistente tiene dos propósitos: atraer parejas y marcar territorio.
Un Vistazo en la Noche
Si tiene la suerte de ver a un Chotacabras de la Carolina en vuelo, le sorprenderá su tamaño. Es un ave sorprendentemente grande para un caprimulgido, con una cabeza ancha y alas largas y poderosas. Sus ojos grandes, que reflejan un brillo naranja a la luz de la luna, son otro rasgo distintivo.
Si bien los avistamientos son poco comunes, es posible que en ocasiones vea un Chotacabras de la Carolina posado en una rama baja o incluso en el camino por la noche, con sus ojos brillando en los faros. Probablemente levante el vuelo con un aleteo silencioso, emitiendo quizás unos pocos cloqueos bajos en protesta por la interrupción.
Un Visitante Temporal
El Chotacabras de la Carolina es un visitante estacional de las montañas de Costa Rica. Migra del sur de Estados Unidos y México, honrándonos con su presencia durante la temporada de reproducción, que generalmente dura de abril a septiembre. En otoño, emprende su viaje hacia el sur, invernando en las Antillas, Centroamérica y partes de Sudamérica.
Un Regalo para los Oídos
Si bien un vistazo al Chotacabras de la Carolina es un privilegio raro, su canto cautivador es un evento nocturno en nuestro refugio de montaña. A medida que se acomoda en su confortable cabaña, escuchando cómo se desarrolla la sinfonía nocturna, el llamado claro y silbado del Chotacabras de la Carolina teje su magia, creando una experiencia costarricense verdaderamente inolvidable.
Para obtener más información, consulte nuestra guía completa sobre las aves de Costa Rica.